Más allá del envase reciclable

La caña de azúcar, el maíz y el almidón de patata irrumpen como materias primas óptimas para producir envases y embalajes. Una vía para desarrollar nuevas fuentes de materias primas y adoptar criterios de sostenibilidad. Los sectores de alimentación, químico y agrícola son pioneros.

Cada día una persona genera un quilo y medio de envases, que incluyen desde tetra brik y bandejas de poliestireno expandido (o corcho blanco), hasta latas de conserva o refresco, además de embalajes de los objetos más diversos. De todos ellos, en el mejor de los casos se deposita en un contenedor de reciclaje el 50%, según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente español. La generación de envases ha experimentado un crecimiento acusado en los últimos años, que no siempre registra un porcentaje similar de recogida selectiva del producto como residuo para ser reciclado.

Para intentar dar la vuelta a estas cifras y conseguir una mayor eficiencia en fabricación y logística, el sector del packaging está evolucionando. A escala internacional se invierte en innovación y desarrollo para mejorar la sostenibilidad de la producción, almacenamiento y distribución de envases. Otros motores importantes de este cambio sin marcha atrás son el aumento del precio del petróleo como recurso finito y una mayor conciencia ambiental.

Coca-cola, Ikea y Wal-Mart y compañías nacionales como Mercadona, Eroski y Alcampo dedican recursos a desarrollar packaging que permita mejorar la logística vinculada a sus productos.

Bandejas con almidón de patata

La industria del plástico destinada al packaging no podía prever hace una década que utilizaría almidón de patata, maíz o azúcar de caña como materia prima para fabricar envases y embalajes. Si bien es una realidad incipiente, en el mercado ya se encuentran hoy bandejas cuya materia prima es de orígen vegetal, así como otros recursos para producir redecillas para fruta y verdura, bolsas de uso doméstico, productos de higiene infantil y femenina, envases farmacéuticos y de productos químicos, caucho para neumáticos y plástico para uso agrícola. Grandes corporaciones como Coca‐cola ya tienen presencia en esta nueva derivada. La compañía lanzó en 2009 el envase PlantBottle cuyos puntos fuertes fueron: la primera botella de plástico PET fabricada con un 70% de derivados de hidrocarburos y un 30% de residuos vegetales de caña de azúcar y melaza, 100% reciclable y con una menor huella ambiental en el planeta. Coca‐cola asegura que con PlantBottle reducirá en un 25% la emisión de CO2.

A escala internacional se invierte en innovación y desarrollo para mejorar la sostenibilidad de la producción, almacenamiento y distribución de envases.

Ampliar la familia del plástico

Aparece el concepto de plástico biodegradable y compostable. Una novedad que ya registra usos agrícolas (en las extensiones de plástico en contacto con el suelo) y en el envasado de fertilizantes. Para Jordi Simón —de Basf Española—, “la novedad del plástico biodegradable y compostable es que se comporta como la materia orgánica, es decir, se degrada si es tratado en una planta industrial. Más allá de reciclar o incinerar, ampliamos la familia del plástico”. Esta pequeña revolución está regulada por la Unión Europea mediante las normas EN 13432 y EN 14995.

Diversos fabricantes y distribuidores de envases se han unido bajo la sigla Asobiocom, una asociación muy joven con sede en Barcelona. Entre sus miembros se encuentran las empresas Biotec, Biosources, Coopbox Hispania, Huhutamaki, NatureWorks, Nupik y Novamont, la Agencia de Residuos de Catalunya del gobierno autonómico catalán y la Universidad de Lérida.

Según Stefano Facco —de la multinacional italiana Novamont—, en 2020 la producción de bioplástico se habrá triplicado.

Toda novedad suscita también escepticismo. Existe un debate sobre el nuevo uso de materias primas destinadas originalmente a la alimentación humana, y su incremento de precio por el aumento de demanda. Francesc Giró —de la Agencia de Residuos de la Generalitat de Catalunya y experto en el ciclo de la materia orgánica—argumenta: “las hectáreas destinadas a cultivar patata o maíz como materia prima para envases se hallan por debajo del 1% del terreno dedicado a alimentación”.

Fuente: FeedPack News

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